MUJER Y HOMBRE DORMIDO
Me quiere maternal. Le miro el sueño
intentando escapar de sus pulmones.
La más cierta y normal de sus versiones
está ahora en su ser distantes, isleño.
Quiere que sea otra. Y me suplica
ternura interminable, amor que acoge,
y, de mi dualidad, tan sólo escoge
lo que en la duda y el error se implica.
Duerme. Su pecho aloja un torbellino
de larvas, de iniciales, vidas ciegas.
Su viente cede al corazón entregas
de paz. Para besarle en paz, me inclino.
Maternal yo, la estéril, la disuelta
en la espesura del no ser futuro...
Maternal yo, playa sin agua, muro
de la desolación, en sombra envuelta...
Quiere quizás volver al claustro tibio
de la mujer antigua, aquella Eva
madre oscura y terrible, que nos lleva
al eterno nacer. Quiere su alivio.
Su alivio, en la palabra enternecida
que diga a cuanto él le pida, amén.
Quiere una madre cerca de su vida.
Yo también.
MARÍA BENEYTO. Nocturnidad y alevosía. Editorial Pre-textos, 1993.
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