sábado, mientras baño a mis hijas…
Isabel tiene 12 años. En su cuerpo (abrigado por mis besos) se adivina el mar de hormonas que la inundan, irrumpiendo en su cerebro con la necesidad animal de sentirse mayor.
Dentro de su piel, su corazón fluye tan vertiginosamente que casi puedo acariciarlo con mis manos.
La comparo contigo y con tus amigas, niña desconocida, con esa miseria de vida que os compra y os vende como perras en edad de parir, cuando sólo sois niñas sin infancia en edad de jugar…
………….
Jasmin
era la mejor,
de lo peor.
Sus amigas
la llamaban
Labios de Oro y
con sólo 14 años
(una noche)
se acostó
con 12 soldados
italianos.
—Seguro que
no durmió—.
Son las once de
la noche en
Sarajevo,
en la base militar
de la OTAN.
(La que los
defiende).
La niña,
que no lleva
minifalda
para no quedarse
atrapada
entre las alambradas,
pasa escondida
en un asqueroso
abrazo de
la noche.
Dentro,
apoyado en un
contenedor,
la espera un soldado.
—Esta vez
es francés—.
Pagará 50 marcos
alemanes
por una felación.
Pero ella se
llevará 10.
Seguro que el soldado
tiene madre,
o hermana,
o hija,
que es peor…
Y seguro que no sabe
(el mal nacido)
que Jasmin,
esa noche,
al volver a
su casa,
desapareció.
Isabel tiene 12 años. En su cuerpo (abrigado por mis besos) se adivina el mar de hormonas que la inundan, irrumpiendo en su cerebro con la necesidad animal de sentirse mayor.
Dentro de su piel, su corazón fluye tan vertiginosamente que casi puedo acariciarlo con mis manos.
La comparo contigo y con tus amigas, niña desconocida, con esa miseria de vida que os compra y os vende como perras en edad de parir, cuando sólo sois niñas sin infancia en edad de jugar…
………….
Jasmin
era la mejor,
de lo peor.
Sus amigas
la llamaban
Labios de Oro y
con sólo 14 años
(una noche)
se acostó
con 12 soldados
italianos.
—Seguro que
no durmió—.
Son las once de
la noche en
Sarajevo,
en la base militar
de la OTAN.
(La que los
defiende).
La niña,
que no lleva
minifalda
para no quedarse
atrapada
entre las alambradas,
pasa escondida
en un asqueroso
abrazo de
la noche.
Dentro,
apoyado en un
contenedor,
la espera un soldado.
—Esta vez
es francés—.
Pagará 50 marcos
alemanes
por una felación.
Pero ella se
llevará 10.
Seguro que el soldado
tiene madre,
o hermana,
o hija,
que es peor…
Y seguro que no sabe
(el mal nacido)
que Jasmin,
esa noche,
al volver a
su casa,
desapareció.
3 comentarios:
Abismal, animal, y tan canibal como las fauces feroces de un depredador... tremendo, no puedo decir que me haya gustado porque es una realidad que horroriza, pero que está ahí y es justo que se proclame a los cuatro vientos, para conseguir avinagrar los esfínteres de algunos...
Bueno, muy bueno Yolanda, Un beso Eva Márquez
gracias Eva. Sí, duele parir estas cosas, sobre todo porque son historias reales. Reales... que fuerte
Estremecedor
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