Titulares, un poema de Nares Montero



Podría darte titulares para empapelar la habitación.

Hay una serpiente que repta el bajo vientre de los deseos.

Quiero jugar con el sur
como si fuera una palabra que desdibuja las olas
que sólo están allí. En los párpados viscosos.
En el calor más profundo, el de vainilla.
Cuando pienso en ello,
en eso que tú y yo sabemos,
siempre me imagino una niña dando vueltas
haciendo que la falda del vestido
alcance el cielo raso de su cintura
aún por formar.
Ríe y se marea,
como cuando me tocas.
A veces no sucede más que un escalofrío.
Otras, tengo la tendencia suicida
a lanzarme en tus brazos,
en el hueco, esa canasta.
Aterrizar en un aeropuerto fantasma
es uno de mis pasatiempos favoritos.
La hora de la comida se queda en los pulmones.
Llueve a cántaros (¡carámbanos!) en los pies.

Te escribo como si sonaras.
Como si tu refugio fuera mi caja de resonancia.
Un mundo perpendicular en el que los sucesos
fueran, se fueran,
inservibles.
Todas las cuerdas te rozan y tu apareces,
tan de repente, como un susto de cine.
Sesión golfa.
Cubierto de gotas, húmedo.
Recién nacido en un invernadero.
Te rodean tomates y acelgas
y menguado pero maduro abres los ojos pulpa,
las verdes vainas que me piden
un susurro de alimento,
sexo postrero y maternal.
Inicio de vida y un mundo limpio
que es una esperanza maltrecha.

Podría darte titulares y te doy la esquela de tu muerte,
porque no existes.


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