Vicente Muñoz forma parte de un nuevo grupo de escritores leoneses que desacralizan la literatura del halo elitista que a veces la rodea y narran sin filtros la propia experiencia
27/03/2009 Cristina Fanjul
- Vicente Muñoz Álvarez también coordina la obra poética «23 Pandoras»
DL
Presenta hoy en el Ccan Mi vida en la penumbra , un libro de relatos que bordea la zona más oscura de la existencia y que, sin embargo, demuestra que las mismas conchas que viven entre tinieblas son capaces de alumbrar perlas. En el mismo acto también debutarán La carretera muerta , de Gabriel Oca, yLa cámara de niebla, de Alfonso Xen Rabanal. Además, se celebrará que el aquelarre poético de 23 Pandoras ya ha llegado a su segunda edición.
-¿Aún sigue en el camino?
-Por supuesto... Como buen beat, entiendo el camino como una metáfora de búsqueda y libertad, y como vía de evasión y escape. Los protagonistas de On the road , Jack & Neal, simbolizan la disidencia y el movimiento frente a la mansedumbre, el adocenamiento y la mecanización de las almas... Y en ese camino sigo, efectivamente, y espero siempre seguir.
-¿Qué puertas ha cerrado?
-Literariamente hablando, las canónicas, institucionales, políticas, radicales, impostadas, elitistas, sectarias, localistas, regionalistas, nacionalistas, puristas... Abogo por la hibridación y el mestizaje de estilos y géneros, por la creación visceral, no mediatizada por la tradición y el canon. A nivel personal, en cambio, ninguna. Más bien al contrario, en cada proyecto que me embarco abro otras nuevas...
-¿Cree que, como dice Borges, el sendero de la vida se bifurca en innumerables caminos?
-En innumerables e insospechados caminos... Al menos en mi caso ha sido así y me alegro por ello. No me gustan las líneas rectas, lo previsible, lo convencional. Me motivan más las bifurcaciones y cruces, los límites y extrarradios y los territorios fronterizos.
-¿Qué se esconde bajo la piel?
-Esto, obviamente, va por el relato El despellejador , uno de los más truculentos del libro. A menudo los lectores, descolocados, me preguntan por él... El protagonista busca en las personas algo más que la apariencia y la forma, el disfraz y la máscara... Busca la esencia y el fondo, el sentimiento, el corazón... y literalmente se abre paso hasta él, para comprobar que tampoco dentro hay nada: «Músculos, cartílagos y arterias latiendo aún entre mis dedos, pero sólo eso...» Es un relato muy nihilista y cruento, pero lleno de importantes claves: el extrañamiento, la disidencia y la búsqueda, el existencialismo y la náusea, la línea de sombra...
-¿Hay alguna manera de salir de la penumbra?
-Escribiendo sobre ella, exorcizándola y conjurándola... Para mí, la escritura, entre otras cosas, es una forma de limpieza interior e indagación personal. No me importa que sea o no comercial, sino que refleje mi mundo interior, a veces luminoso y otras oscuro, y por extensión, también, el mundo en que vivo...
-Decía Faulkner que el hombre es la suma de sus desdichas. ¿Cuántas acumula la suya?
-Menos, en cualquier caso, que alegrías... Mi literatura, mi poesía y mi prosa, muestra a menudo mi lado oscuro, pero en mi vida personal, la gente que me rodea, a la que valoro y quiero, mis compañeros de gremio y equipo, iluminan a diario de luz mi penumbra... Precisamente en ello estamos.
-Por favor, dígame que hay algo fuera de Celine y de Burroughs.
-Claro que sí: en mi caso, un autor más presente que ningún otro es Thomas Bernhard, un gigantesco escritor austríaco ya fallecido, a quien dediqué mi novela El merodeador . Y está la Lost Generation y el Decadentismo francés (con J.K. Huysmas y su impagable Al revés por bandera ), mi queridísimo Charles Bukowski, Fonollosa, Lovecraft, el maestro Carlos Castaneda, Lowry, Conrad, Beckett, Boris Vian, Henry Miller, Poe, Dino Buzzati, Gurdjieff, Philip K. Dick, John Fante, Raymond Carver... Y entre mis contemporáneos y amigos: David González, Patxi Irurzun o Eloy Fernández Porta.
-¿Sólo el amor le redime?
-Pueden redimirte muchas más cosas, y de igual modo condenarte también... Todo depende, como diría el Don Juan de Castaneda, del punto de vista y enfoque... En cualquier caso, suscribo las palabras de El Cónsul de Lowry en esa grandiosa novela que se titulaba Bajo el volcán : «Sin amor no se puede vivir...»
-"¿De qué cosas ilícitas no se arrepiente?
-Sinceramente, no me arrepiento de casi nada. Todo lo que he hecho en mi vida lo he hecho con el corazón, sin pedir ni esperar nada a cambio, sin hacer mal a nadie, y de eso, creo, no me debo arrepentir. Por otra parte, el arrepentimiento y el remordimiento son una falacia judeocristina que no comparto en absoluto. Debido a ella somos, en palabras de Unamuno, animales enfermos...
-¿Se puede prescindir de la rutina durante el viaje?
-Se debe prescindir de ella, o al menos no dejar que te idiotice y vacíe por dentro... Gurdjieff aseguraba que en la imprevisibilidad y la diversidad de nuestros actos está la clave de la felicidad...
-Descríbame «La carretera muerta» y «La cámara de niebla»
-" La carretera muerta , de Gabriel Oca, es un libro de cuentos muy celiniano, muy trabajado, muy crudo y explícito, autobiográfico, que describe los años salvajes de su autor. Es el primer libro de Gabi, un escritor leonés hasta ahora inédito, pero con una voz curtida y nada convencional. La cámara de niebla es también la primera novela de Alfonso Xen Rabanal. Un libro imprescindible, de lo mejor que he leído en mucho tiempo, brillante, intenso, valiente, especular, delirante, profundo, novedoso y absolutamente recomendable, que deslumbrará y fascinará a cualquier lector sin prejuicios.
Lugar: Ccan (Puerta Castillo, 10).
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