Pandora, la primera mujer


... Pero Zeus, terminadas las guerras de sucesión, se aburría y, como era vanidoso, visto que los dioses, ingratos, rivalizaban con él y que las bestias no le hacían caso, decidió crear un ser lo suficientemente frágil y débil para que le estuviera eternamente agradecido y perpetuamente le rindiera homenaje, y lo suficientemente lúcido para que entendiera la deuda que con él tenía. Treinta años dicen que anduvo dando vueltas de un lado para otro sin que se le ocurriese nada, bajaba impetuoso al valle arrollando árboles y rocas, subía huracanado a la cumbre nevada del Olimpo, mandaba enganchar la cuádriga y cabalgaba golpeando las nubes con el rayo, se levantaba insomne por las noches y destapaba la caja de los truenos, con lo que todos los dioses se despertaban sobresaltados. ¡Quieres parar de una vez!, le gritaba Hera, harta ya de verlo deambular sin tino. ¿Qué nuevo desatino estarás tramando?, murmuraba para sí entre dientes, y los demás dioses se reían y cuchicheaban a hurtadillas.


Por fin un día que casualmente vio a Prometeo fabricar un muñeco, que se lo había pedido su primo Nereo para una de sus numerosas hijas, una chispa de luz le saltó en el páramo del cerebro. Agarró al titán por los hombros y con esa prontitud e impaciencia que lo caracterizaba, febriles los ojos, le dijo: Hazme uno igual, pero que hable y camine. Y sin darle espacio para responder, lo apremió: ¿Cuanto tardarás? Lo miró Prometeo reflexivo, tenía la misma expresión que en ocasiones tenía su sobrina Atenea, y dijo: No lo sé, nunca he hecho nada semejante. Apresúrate, le respondió su primo, y tenme informado.


Para cumplir el encargo, Prometeo buscó la mejor arcilla de la llanura de Maratón, la mezcló con agua del Ponemo y modeló un muñeco en todo semejante a los dioses, aunque de sólo cuatro codos de altura, al que llamó hombre. Eros le insufló el espíritu de la vida y Atenea le dotó de alma, después de lo cual el hombre abrió los ojos al mundo.


Pero un día, tanto amaba Prometeo a su criatura, que robó el fuego de los dioses, una chispa del carro del sol robó, para entregárselo al hombre y Zeus, que ya estaba celoso de aquel ser insolente y desvergonzado, decidió castigar a Prometeo y al hombre.


En primer lugar urdió un castigo para los hombres, que habían aceptado el regalo de su benefactor, y ordenó a Hefaistos que modelara una mujer de barro, a los Cuatro Vientos que le infundieran aliento y a todas las diosas que la vistieran y engalanaran.


El ilustre Cojitranco hizo a la mujer bella, casi tan bella como las diosas; pero los volubles vientos, por mandato del que amontona las nubes, le insuflaron un alma malévola y perezosa. Atenea le regaló luego «un vestido de resplandeciente blancura..., un velo... bordado con sus propias manos y una... corona de fresca hierba trenzada con flores». Una portentosa diadema de oro había cincelado para ella el Patizambo. Las divinas Cárites le pusieron collares de oro y las Horas le dieron una espléndida melena. Por fin el Cronida, contento de lo que tramaba, tan rencoroso y envidioso era, la presentó ante la asamblea de los demás dioses para que la enriqueciesen con cuantos dones pudieran hacerla más apetecible. Entonces «un estupor se apoderó de los inmortales cuando vieron el espinoso engaño, irresistible para los hombres, pues de ella desciende la estirpe de las mujeres, gran calamidad para los mortales». Obedecieron sin embargo a la sugerencia, que era mandato, y se sabe que Hermes le puso en la boca elocuencia y palabras seductoras y equívocas, que Apolo la adornó con dotes para la música. Sospechan algunos que Afrodita le concedió el don de la seducción y aseguran otros que Hera, a escondidas de su esposo, convocó a sus hermanas Hestia y Démeter quienes pusieron en la neófita la prudencia, la constancia y la fortaleza. Atenea, unida esta vez a sus tías, le dio sabiduría para discernir la justicia.


La llamaron Pandora, la que posee todos los dones, pero antes de enviarla a los humanos, Zeus le entregó un ánfora o cofre, según otros, que se supone contenía inmensos bienes y presentes para Prometeo con la advertencia de no abrirlo, lo que ella prometió a pesar de la curiosidad que le mordía el alma.


Hermes fue el encargado de conducirla, como un regalo del cielo, hasta Prometeo, quien, astuto y precavido, la rechazó e indicó a su hermano que, como había hecho él, desconfiara de cualquier regalo de Zeus. Fue entonces cuando Zeus ardió de cólera y encadenó a Prometeo a una roca del Cáucaso para que se lo comieran los buitres. Epimeteo, sin embargo, joven y cándido, se enamoró locamente de Pandora nada más verla, se desposó con ella y aceptó la caja como dote. Luego, ávido de curiosidad, abrió la caja de la que no salieron más que horribles males, pestes, guerras, hambres, muertes... Horrorizado, intentó cerrarla, pero sólo consiguió retener dentro a la Esperanza, que ayuda desde entonces a todos los hombres a soportar los males escapados de la caja y extendidos por toda la faz de la tierra. El paraíso se había terminado.


Otras fábulas afirman que fue Pandora quien abrió la caja. Incluso otra versión dice que la caja contenía bienes sin cuento para la humanidad, pero se destruían al darles salida, o bien, huían inalcanzables. Dicen otros que este ánfora, que luego dijeron era arca atada con mil nudos, estaba llena de dones divinos, que una vez liberados abandonaron para siempre al hombre y regresaron al Olimpo, todos menos la Esperanza que se quedó atrapada en el fondo del ánfora. Finalmente algunos indican que el tinte machista y misógino de la historia la hace sospechosa, que posiblemente fue un invento de Hesíodo. Tal vez, ¿pero acaso no eran misóginos y machistas los griegos?


El final del mito deja ciertos interrogantes en el aire: ¿Por qué la Esperanza estaba encerrada entre todos los males? ¿No sería la Esperanza un mal como todos los demás, un espejismo para mantenerlos uncidos a la desgracia? ¿Por qué quedó apresada en el fondo? ¿Tan pesada era, aunque otras veces es tenida por volandera?.


Por otro lado, ¿cuando Zeus ordenó su invención, era ya consciente del juguete que se otorgaba?


AURELIO MENA HORNERO
(El cuadro de la imagen es de Alma-Tadema)

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