LAS RECETAS DE PANDORA, de Mónica Iglesias Barrio

HERRERA
Coincidimos con ella en una gasolinera de un pueblo llamado Herrera de Pisuerga. No la conocíamos de nada pero ella me miraba fijamente, mientras mi marido ponía aire a las ruedas.
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Su cara era el reflejo del aburrimiento y la monotonía, aunque todo esto me costó mucho descifrarlo en sus ojos, ya que el derecho lo tenía totalmente metido para adentro. Era morena, con una piel tostada al sol de haber trabajado toda su vida en el campo sin haber podido nunca exponer su cuerpo, aún joven, en una playa. En su brazo derecho tenía tatuado a lo cutre un corazón hecho por un niño de dos años en donde aparecía la palabra amor en letras mayúsculas. Yo desde mi coche no podía parar de pensar que seguramente nunca habría conocido el amor, al menos el verdadero, ya que la acompañaba un señor, que debía de ser su marido, que la trató a baquetazo limpio por no haberle dado una rueda de bicicleta a tiempo para inflarla.
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Ella suspiraba y me miraba, intentando descubrir algo de mi vida, pero mis gafas oscuras se lo impedían. Ella seguía mirándome fijamente, con descaro, a la espera de algo que la cambiara la vida.
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Es curioso pensar que la gente que consideramos distinta a ti parece que te observa de una manera rara, sin darnos cuenta de que miran tan descaradamente como nosotros, con la desventaja que ellos lo hacen sin gafas de sol.
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Cuando le acercó a su marido la segunda rueda de bicicleta, miró hacia la ventana de mi coche y me sacó la lengua, torciendo también el ojo izquierdo. Mi reacción fue de sorpresa y de risa, por la deformidad que le había producido el poner los dos ojos bizcos.
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No me dijo nada. No me volvió a mirar y, cuando mi marido subió al coche para volver al pueblo, me dijo: Eso te pasa por cotilla. Desde entonces me di cuenta de que a mi marido no se le escapa una y que somos más cotillas de lo que pensamos… Al menos yo.
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by Mónica Iglesias Barrio. LAS RECETAS DE PANDORA. La Única Puerta a la Izquierda (L.U.P.I), Bilbao, 2008. Extraído del blog de GENERACIÓN BLOGUER.

1 comentarios:

amely dijo...

Que fuerte, llevo tomando el aperitivo desde hace treinta años en esa gasolinera y todabia no he visto una mujer tan desagradable de ver, mas bien parece un chiste