23 PANDORAS by José Luis Justes Amador


La columna de los sábados en La Jornada y apuntes diarios.
23 PANDORAS, Juan Antonio González-Iglesias y Gil de Biedma
Leonard Cohen / Sube a mi habitación, amor, / sabes que allí está la verdad. / (…) / Ven aquí, amor,/ vamos a matarnos de mentira.
(Eva Vaz)
Las antologías son, si a posteriori, una manera de canonizar, en ambos sentidos de la palabra, modos y maneras de escribir, si a priori, sobre todo si son de jóvenes, un manifiesto para proponer una batalla, una demostración de algo que debe ser la escritura, aunque se diluya en el tiempo la radicalidad hasta convertirse en resabio del pasado o en un estilo dominante. En esta última tónica es en la que se inscribe 23 PANDORAS(así, con mayúsculas).
23 PANDORAS. Poesía alternativa española (Baile del Sol, 2009), antologada por Vicente Muñoz Álvarez, encierra, bajo esa alternativa etiqueta de “alternativa”, trescientas páginas (20 euros más gastos de envío, pero que los vale) con veintitrés escritoras, jovencísimas que representan, cada una a su manera, y con altibajos, un nuevo modo de escritura poética y femenina que podría enclavarse también bajo el título de uno de los poemas, de Mada Alderete, “Nunca podría ser Bukowski” y que el propio antólogo explica en su introducción definiéndolo, a pesar de que escribe que hay casi ningún punto de coincidencia entre las autoras, como “desgarrado y crudo a veces, irónico otras, crítico y reivindicativo siempre y, por encima de todo, visceral y sincero”.
De entre los poemas en esta antología que más llaman la atención son los que afirman la mano femenina que los anota. Por ejemplo, uno de Isabel Bono titulado “Gracias por su visita”, en el que la voz de la mujer encuentra una igualdad no tanto en el lenguaje sino en el permiso para usar un idioma propio: “antes de despedirse / a ella le hubiese gustado / que él preguntara / -¿te has masturbado alguna vez / pensando en mí? / ella habría dicho / -esta noche / será la primera vez”. Aunque, y eso es otra de las cosas admirables de esta generación, la figura femenina, la propia y la presentada en el poema,
Y, al otro lado del espectro, se encuentra, por ejemplo, Miriam Reyes que en su poema “No soy dueña de nada” da una versión, si no negativa, al menos desgarradora al proponer que “mucho menos podría serlo de alguien. / No deberías temer / cuando estrangulo tu sexo, / no pienso darte hijos ni anillos ni promesas. / Toda la tierra que tengo la llevo en los zapatos. / Mi casa es este cuerpo que parece una mujer, / no necesito más paredes y adentro tengo / mucho espacio: / ese desierto negro que tanto te asusta”.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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