un poema de olvido garcía valdés


Hablo contigo,
te hablo de una casa que he visto por la calle,
descascarillada bajo la lluvia,
o de cómo a veces
me quedo sentada mirando sin ver
o de qué extraños los pájaros.
Te hablo, anciana, o hablo para mí,
imagino tu cuerpo,
que se va aquietando poco a poco
mientras coloco en una jarra
unas ramas de almendro;
las cogí hace tres años, pero no se han podrido
ni han caído las flores.
No significa nada,
tampoco la casa bajo la lluvia
significa nada, ni el lento
deterioro, pero todo es extraño
como pájaros.
Rcuerdo personajes
de Ozu: el padre, la madre,
son ancianos también, es su vacío
antes de morir;
mi vacío es este tiempo que se extiende
reflejada en los otros,
su envejecer, su fealdad es la mía.
Te hablo,
pero sólo puedo hablarme,
he sentido por ti el rencor que sentimos
hacia los que hemos amado;
ahora estoy tranquila,
miro al vacío,
te oigo dentro de mí.
O de pronto paseo
cerca de un puente, es finales
de octubre, siento
una alegría difícil de explicar.
La alegría es misteriosa,
externa como un chaparrón,
la tristeza, en cambio, forma parte del ser,
casi constante, solapada en todo caso,
razonable siempre.

de ella, los pájaros, 1994

1 comentarios:

Víktor Gómez Valentinos dijo...

La dulzura de sus gestos, el liviano parpadeo, los ojos llenos de bondad y fuego, el color blanco
de sus manos, blanco que escribir pide, que transcribir pide, del retorno de la esperanza, su más humana caligrafía.

Olvido es una poeta tan grande como se adivina después en su humilde sonrisa y en su cercana palabra en cualquier suceso cotidiano con ella entre.

A veces defraudan los poetas, otras, al conocerlos, multiplican con su silencio y discrección la veraz singladura y acierto de sus textos.

Esta poeta, cuya poesía han de leer nuestros nietos, tiene ángel.


Un beset

Viktor