UN POEMA DE ARTHUR RIMBAUD


Porque a las Pandoras nos gustan también los hombres!


CANCIÓN DE LA TORRE MÁS ALTA

Ociosa juventud
sometida a todo,
por delicadeza
he perdido mi vida.
Ay, que venga el tiempo
en que los corazones se enamoren.

Me dije: abandona,
y que no se te vea,
y sin la promesa
de más altos gozos.
Que nada irrumpa
el augusto retiro.

He tenido tanta paciencia
que para siempre olvido.
Temores y dolores
han subido al cielo.
Y la dañina sed
oscurece mis venas.

Así La Pradera
librada de olvido,
crecida, florecida
de incienso y cizañas
al zumbido feroz
de cien sucias moscas.

Ay, mil viudeces
de un alma tan pobre
que sólo tiene la imagen
de Notre-Dame!
¿Y acaso rezar
a la Virgen María?

Ociosa juventud
sometida a todo,
por delicadeza
he perdido mi vida.
Ay, que venga el tiempo
en que los corazones se enamoren.

Mayo 1872

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