Microhistorias. Por Roxana Popelka (relato por entregas).

Toma 4ª

Un cuarto de hora más tarde

En el supermercado del barrio de la tía de Jessica una chica de 19 entra a trabajar como reponedora por primera vez. Lleva un pearcing discreto en la nariz. El encargado le pide que la acompañe al almacén, dice: quítate el piercing, son las normas de la empresa, y la deja sola con cientos de embalajes y palés. En la caja número 3 se forma una cola enorme, la señora del abrigo descolorido ha derramado aceite de girasol. La gente se aparta mientras la cajera intenta limpiar el pegote de la cinta con un trapo. Enseguida llega el encargado y frota con un producto estrella el aceite acumulado. Es un supermercado de calidad y los empleados tratan amablemente a los clientes; dicen buenos días qué va a ser y, por supuesto, los nombran de usted. Los clientes no responden al saludo, dicen: ponme esto y lo otro. En la sección de charcutería se nota que hay buen rollo; los tenderos se gastan bromas y despachan con humor, menos Rosa que parece ida, nadie sabe muy bien por qué. La chica nueva sale del almacén con el piercing metido en el bolsillo del uniforme: coloca con esmero los productos de perfumería, al llegar a las espumas de afeitar se hace un lío de nombres y pregunta a la jefa de sección, que en ese preciso instante se está ajustando el tirante del sujetador, y le dice: no te preocupes es normal al principio, y al acabar se aleja por el pasillo de los lácteos.
El novio de la chica de 19 años le hace una llamada al móvil, quiere saber cómo le va en su primer día de trabajo, pero ella lo tiene apagado: son las normas de la empresa. El novio dice: joder qué putada, mientras llena el depósito de su Vagon Kangoo. Antes de pasar por caja se queda mirando la portada del Interviu, le gustaría comprar una para variar, pero le da corte, no vaya a ser que la pille su novia. Tiene 27 años y una hija de un matrimonio anterior. Se casó con una mujer de Toulouse; aquello no funcionó. Discutían por cualquier cosa y ella llegaba de madrugada del bar donde trabajaba, eso no podía ser, ni los escotes que usaba. Conoció a la de 19 en los baños de un Burger King y ahora que ha empezado a trabajar se quieren casar. Están pensando en comprar un piso y dejar de una vez de vivir de alquiler.

CONTINUARÁ…

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